Desbloqueando la incertidumbre: la facilitación es la clave
“La incertidumbre es una posición incómoda. Pero la certeza es absurda.”
Voltaire
Vivimos en tiempos inciertos. En medio de una pandemia global, la amenaza de recesión económica, el brexit y las tensiones crecientes entre potencias mundiales, puede parecer que el futuro de todo es incierto. Pero, ¿alguna vez fue realmente seguro? Como facilitador que trabaja con equipos en todo el mundo, he estado reflexionando sobre el futuro de la facilitación, sobre cómo las nuevas normas de distanciamiento social podrían afectar la capacidad de las personas para conectarse a un nivel profundo con los demás y qué nuevas oportunidades podrían surgir.
El futuro de la facilitación es prometedor
En mis viajes por el mundo trabajando con organizaciones, cada vez escucho más: “tenemos miembros del equipo que pueden facilitar un poco, pero necesitamos un facilitador”. La facilitación está empezando a ganar reconocimiento como profesión, y las habilidades de facilitación se consideran ahora una competencia clave para líderes, gerentes y cualquier persona que trabaje en equipo. Es positivo para la profesión que la facilitación se reconozca como la alquimia compleja que es, y no como “hacer un par de preguntas”.
Antes, la facilitación se veía como una habilidad asumida, al igual que el liderazgo o la colaboración. Ahora, sin embargo, está siguiendo firmemente sus pasos, con certificaciones profesionales en facilitación cada vez más comunes en las organizaciones. La facilitación será llevada a cabo tanto por líderes formales como informales en todo tipo de entornos. La facilitación es un oficio: necesitas practicarla para aprenderla.
El aumento en la comprensión del valor de la facilitación a menudo conduce a cambios culturales en las organizaciones. Estos cambios incrementan el valor percibido del tiempo para pensar y discutir procesos, lo cual puede transformar radicalmente la manera en que se realizan reuniones y conferencias. Quienes asumen el rol de facilitador también necesitan más tiempo de preparación, para que su impacto sea positivo, en lugar de simplemente “empujarlos a la sala” y pedirles que faciliten.
En cualquier lugar donde las personas trabajen con personas, la facilitación puede aportar valor. Esto no cambiará en mucho tiempo, por lo que el futuro de la facilitación se ve prometedor. Cada vez que parece que el mercado llega a un punto de saturación, la demanda crece aún más rápido. Esto es especialmente cierto si consideramos las oportunidades que brindan las herramientas digitales para trabajar con equipos de todo el mundo.
Conservando nuestro oficio
Uno de los principales desafíos que he identificado en algunas organizaciones es la confusión de etiquetas entre distintos perfiles: facilitador, coach, formador, mentor, todos empiezan a usarse como sinónimos. Pero no son lo mismo. Existen habilidades transferibles entre ellos, pero son disciplinas distintas y debemos reconocerlo para mantener estándares profesionales y asegurar que los clientes reciban lo que buscan. En este sentido, organizaciones como la International Association of Facilitators (IAF) son clave, ya que proporcionan directrices claras sobre las competencias y la ética de un facilitador, ayudando a mantener un alto nivel profesional.
También están surgiendo subespecialidades dentro de la facilitación, como Lego Serious Play o la facilitación visual. Esto parece una evolución natural del rol, sin embargo, es importante verlas como una pequeña parte de una disciplina más amplia, no como la totalidad. Así se garantiza que la ética, las competencias y la comprensión del rol se mantengan. De lo contrario, corremos el riesgo de acabar con una versión simplificada: “facilitación light”.
Si se pierden las competencias clave y continúa la confusión entre distintas disciplinas de formación y desarrollo, se crearán problemas para los facilitadores. Podrían proliferar malos hábitos y se les pedirá que hagan cosas fuera de su experiencia o ética, simplemente porque el cliente vio a otro “facilitador” hacerlo.
¿Cómo conectaremos cuando estemos socialmente distantes?
Creo que esto acelerará la adopción de nuevas tecnologías para trabajar con otros. Parece que todos intentamos mantenernos al día, pero pocos lo logramos bien. A menudo, porque la tecnología no es la adecuada para la tarea, y porque normalmente es el cliente quien elige la herramienta, no el facilitador.
No existe una única herramienta mágica ni creo que la habrá. Tendremos que usar una variedad de herramientas, algunas solicitadas por los clientes. Sin embargo, es importante asegurarse de que cualquier solución aporte valor al proceso y no sea solo un truco. Estoy convencido de que para alcanzar niveles profundos de compromiso y cambio, la interacción humana es insustituible, y siempre lo será. Como profesionales, debemos gestionar las expectativas de los clientes sobre lo que la tecnología puede ofrecer y los beneficios de la facilitación presencial.
¿Podría la distancia social mejorar nuestra capacidad de conectar con otros? Todos dimos por sentada la interacción cara a cara antes del Covid. Hemos aprendido mucho sobre lo que podemos lograr estando físicamente separados. Sin embargo, también hemos sido más conscientes de lo que perdemos: la emoción, la espontaneidad, el sentido de unión. Espero que esto nos ayude a valorar más el tiempo juntos en persona y a buscar interacciones menos frecuentes pero más significativas.
Sea cual sea el escenario, encontraremos la manera de conectar: es una necesidad humana básica. Con el tiempo, tal vez volvamos a como eran las cosas antes, o tal vez no. En cualquier caso, estaremos bien.
La facilitación como clave
Al escribir esto he cuestionado, reflexionado, desafiado y usado una variedad de habilidades de facilitación para dar sentido a lo que ocurre. Si las habilidades de facilitación pueden ayudarnos a descifrar el futuro de la propia facilitación, estoy seguro de que también pueden ayudar a otros a comprender lo que está pasando ahora y lo que viene después.
Es importante mantenernos en contacto, compartir ideas, buscar y aceptar retroalimentación activamente. Así, sin importar lo que depare el futuro, la facilitación seguirá creciendo y desarrollándose como profesión. Dudo que encontremos absolutos: ¡eso sería absurdo! La facilitación trata de crear movimiento, no de dar respuestas definitivas. En un momento en que muchos debatimos dentro de burbujas, los facilitadores son más necesarios que nunca.
Por Alex Greenwood, MTa Learning