Cómo fomentar el aprendizaje y el desarrollo: ¡lecciones de la paternidad!
Gran parte de mi comprensión sobre la facilitación la he obtenido de la experiencia de ser padre.
Como padre, quería que mis hijos aprovecharan al máximo su potencial. Yo tenía más de 30 años de experiencia en este mundo: 30 años de aprendizaje que podía transmitirles… pero ninguna experiencia en ser padre.
¿Cómo podía “inyectarles” todo lo que había aprendido para que tuvieran un gran comienzo en la vida? Mirando atrás, quizá hubiera sido más valioso preguntarme:
“¿Por qué todo lo que yo he aprendido debería ser relevante para ellos? ¿Acaso he aprendido siempre lo ‘correcto’?”
y, más importante aún:
“¿Debo imponerles mi aprendizaje o debo habilitarles para que aprendan por sí mismos?”
El momento de la revelación
Por suerte, la revelación llegó pronto. Mis hijos aprendían no por mí, sino por ellos mismos… y yo estaba aprendiendo a través de ellos.
Eran curiosos y preguntones, absorbían cada detalle que se les ofrecía, lo examinaban desde todos los ángulos y encontraban maneras de utilizarlo que yo ya había olvidado o descartado.
Mis hijos me dieron la oportunidad de aprender de ellos: de aprender sobre cómo yo pensaba, cómo veía el mundo y cómo prejuzgaba y asumía tantas cosas.
Reavivaron en mí el hábito de cuestionar, algo que había dejado olvidado en un rincón de mi mente.
A través de sus preguntas, me enseñaron que el cuestionamiento constructivo es, sin duda, la cualidad más infravalorada y menos utilizada en el mundo adulto.
Escuchar con la mente abierta
Por supuesto, preguntar por preguntar no es útil. Las preguntas necesitan contexto y estar formuladas de manera adecuada.
Quien recibe la pregunta debe sentirse motivado a responder, y sus respuestas deben escucharse con una mente abierta, explorarse y desarrollarse.
En pocas palabras: preguntar está en el corazón del aprendizaje y del progreso.
Seguir aprendiendo y desarrollándose
Así que, la próxima vez que tengas delante a un niño pequeño que te hace pregunta tras pregunta, piensa en cómo estás respondiendo.
¿Tus respuestas están animando al niño a seguir preguntando para continuar aprendiendo y desarrollándose? ¿O lo estás frenando para poder dedicarte a algo que consideras “más importante”?
Me pregunto: como formador, facilitador o líder, ¿también intentas —quizá sin darte cuenta— cerrar la curiosidad de los adultos?
Disfruta facilitando…
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Grupo de facilitadores certificados sosteniendo orgullosamente sus diplomas del programa MTa Masterclass.