¿Cómo ofrecer una inducción experiencial a estudiantes sin materiales?
Ayer tuve el placer de ver a Ryan Offutt hacer precisamente eso con un grupo de estudiantes de Máster en Leeds University Business School.
Una buena inducción estudiantil debe proporcionar a los estudiantes los conocimientos básicos (“housekeeping”) necesarios para tener éxito en sus estudios y, creo que más importante aún, iniciar relaciones de confianza con sus compañeros y con el profesorado, que les permitirán formar grupos de trabajo efectivos.
En concreto, una inducción efectiva podría ayudar a los estudiantes a:
Sentirse cómodos contribuyendo en el grupo
Encontrar puntos en común para crear un sentido de pertenencia
Hacer revelaciones personales que rompan barreras y sirvan de punto de partida para desarrollar relaciones
Construir confianza dentro del grupo y ayudar a que todos se sientan cómodos “mostrándose”
Sentirse bien al “fallar” como parte del proceso de aprendizaje (¡para poder aprobar los exámenes!)
Reflexionar sobre las habilidades y actitudes que permiten que los equipos trabajen de manera efectiva
Ryan tenía una serie de actividades para ayudar a esto:
La historia de mi nombre
Es un ejercicio simple pero poderoso. Los estudiantes se organizan en grupos de 3-4, y cada miembro, por turno, debe contar la historia de su nombre. Por ejemplo: “Soy Jamie, me llamo Jamie por mi bisabuelo que fue minero en la Primera Guerra Mundial.” Los oyentes están animados a hacer preguntas y explorar las historias.
Resultados:
Ayuda a los estudiantes a desarrollar una identidad
Facilita recordar los nombres
Ofrece una oportunidad de revelación personal controlada
Rompe barreras y permite que otros hagan preguntas
“Soy increíble y tú también porque…”
Se coloca a todos los participantes en un gran círculo sentados. El facilitador se sitúa en el centro y dice “Soy increíble porque…” y hace una revelación personal, por ejemplo: “Soy increíble y tú también porque nos encanta ver Netflix”. Todos a quienes les aplique se levantan y buscan una nueva silla, incluido el facilitador. Alguien quedará en el centro y será su turno de continuar.
Resultados:
Fomenta la revelación personal segura
Ayuda a los estudiantes a identificar a otros con intereses comunes
Aumenta la comodidad al hablar frente al grupo
Energiza la sesión
Retratos
Grupos de 3-4 reciben una hoja de papel y un bolígrafo. Se les pide dibujar dos puntos en la hoja. La tarea del grupo es dibujar un retrato y titularlo una letra a la vez. Los miembros del equipo no pueden comunicarse entre sí y se turnan para añadir líneas al retrato.
La actividad puede revisarse haciendo que los participantes reflexionen sobre las actitudes que ayudan o dificultan el progreso.Resultados:
Una oportunidad para reflexionar sobre las habilidades y actitudes que permiten la colaboración efectiva, por ejemplo:Crear una visión compartida
Construir sobre las ideas de otros
Observar las necesidades de los demás
Asumir responsabilidades
Dibujo de un retrato, simbolizando trabajo en equipo y colaboración en aprendizaje experiencial.
Ryan también energizó al grupo y creó experiencias compartidas adicionales mediante carga cognitiva (una versión adulta de “Simón dice”) y haciendo que los participantes crearan apretones de manos secretos (aunque yo sería cauteloso al hacer esto en grupos mixtos y multiculturales).
Como en tantas actividades experienciales, la magia, por supuesto, viene del facilitador.
Y un último consejo que recibí de Ryan: si, como yo, pasas mucho tiempo logrando que los participantes se involucren, a veces tendrás problemas para conseguir que se desconecten y guarden silencio.
¿La solución? No grites, usa el poder del grupo para transmitir tu mensaje. Di: “Si me escuchas, aplaude una vez.” Di: “Si me escuchas, aplaude dos veces.” Y observa cómo una hermosa quietud se extiende por el grupo.